Semana 4: Amor (Adoración)
24 de diciembre
En este cuarto domingo de Adviento, celebramos la expresión máxima del amor de Dios por la humanidad: Jesús, nuestro Rey venidero.
Escritora:
Adibet de San Diego Rescue Mission
Lectura:
Aunque los montes se deslicen y las colinas se sacudan, mi amor inquebrantable por ti no se desplomará, ni mi pacto de paz será removido”, dice el Señor, que tiene compasión de ti. Isaías 54:10 (NVI)
Pero yo confío en tu amor inagotable. Me alegraré porque me has rescatado. Salmo 13:5 (NLT)
Reflexión:
Crecí pensando que conocía a Dios. Pensé que lo amaba. Mi oración después de convertirme en madre fue "Dios, protege a mis hijos". Después de que mi hijo fue asesinado por el cártel, perder a mis otros dos hijos, perder mi casa y terminar siendo falsamente acusada de un crimen que no cometí, fui enviada a prisión bajo un nombre diferente enfrentando una condena de cuatro años y nueve meses. Empecé a maldecir a Dios. Todo lo que le pedí fue que protegiera a mis hijos y mi hijo fue asesinado, y los otros dos fueron llevados. ¿Cómo es eso proteger? ¿Cómo es eso una oración respondida?
Estaba enojada con él y no quería saber nada de él. Durante los primeros cinco meses de mi condena, pasé ese tiempo en soledad. Me sumergí en mis pensamientos. Mirando alrededor de mi celda, lo único que estaba allí era una biblia. Así que la leí de Génesis a Apocalipsis. Agregué mi nombre a las escrituras y sentí como si estuviera en las historias que estaban escritas. Dejé de estar enojada con Dios y finalmente me rendí verdaderamente a él. Ves, muchos dicen que sirven a Dios, pero ¿se han rendido a Dios? Yo lo servía pero nunca me rendí hasta ahora. Le dije a Dios: "Me trajiste aquí para que pudiera abrir los ojos. Para que pudiera ver que aunque pasé por lo que pasé, nunca dejaste de amarme".
Mi condena se redujo. Cumplí un total de nueve meses. Dios eliminó esos cuatro años de mi condena. Finalmente, fuera de esa celda y caminando hacia una nueva vida, me dio un nuevo corazón. Transformó mi corazón de piedra en un corazón de carne. ¿Qué es Dios para mí ahora? Él es Amor. Lo amo con todo mi corazón. Estoy verdaderamente enamorada de él. He dedicado el resto de mi vida a servirle porque solo fue Dios quien me sacó adelante en las temporadas que pasé. Y aunque me duela, él todavía me amaba.
Meditación:
¿Qué te resonó al leer la desgarradora historia de pérdida y redención de Adibet? ¿Cómo has experimentado el amor de Dios en medio de tus propios desafíos de vida? ¿Con quién puedes compartir tu historia del amor de Dios? ¿Lo harás esta semana?
Oración:
Dios que es Amor. Gracias por tu amor inquebrantable. Incluso en las estaciones más oscuras, eres un recordatorio constante de que en ti, todo estará bien. Dame valentía para compartir tu amor con los demás.
Silencio:
Enciende una vela; haz una pausa y descansa en el regalo de Dios: el amor.